Gómitos y antibróticos

Sábado, 30 de enero de 201614255720526142

Oía yo de crío esos palabros, de vez en cuando, cuando los adultos hablaban solemne sobre la espantosa frontera de la muerte. Los oía y no me hacían gracia, porque desconocía los tecnicismos correctos. Los oía, ecos de una magia remota, en la consulta del doctor Oria, en la calle Burgos, en espera de que me adosara su estetoscopio congelante y enseguida leyera aquellos libracos donde vendrían las “indiciones” para la “plumonía”. O algo así.

Estudié Medicina para no hablar de esa manera y para entender que las enfermedades se tratan de 3 maneras. Manipulando el cuerpo, como hacen “cirujas” y asimilados, susurrándole monsergas (el psiquiatra), o bien metiéndole química, y a esa química le decimos medicamento. Pues bien, yo invertí mucha energía, de hecho casi toda mi energía mental, justo para enjaretar los medicamentos en el coco.

Atendí y comprendí a maestros como Jesús Flórez, que me hizo ver el por qué, y a Alberto Zubizarreta, que me indujo a pensar casi obsesivamente en los efectos adversos. En sus clases matutinas –créanme, un desafío extremo-, el profesor Armijo me inculcó el cómo. Apenas 3 años después, cuando en España empezábamos a usar un medicamento raro, vino un yanqui a ver si lo hacíamos bien. Y preguntó a mis jefes en qué clase de suero lo disolvíamos y ellos me miraron con cara de “¡Hala, chaval, rómpete la crisma!” y yo di suficientes pelos y señales de que no todas las neuronas viven en Wisconsin. Juro que no es soberbia: es pura gratitud a los que me enseñaron por qué y cuándo y cómo.

Ahora resulta que hay bronca con la “prescripción enfermera”. Algunos enfermeros, por las cosas de la vida y por las cosas del querer, se habían habituado a firmar productos sanitarios de su ámbito específico de pericia y ahora reclaman que se barrene la legalidad para que su titulación les otorgue la facultad de prescribir medicamentos. Lean y repitan, por favor: medicamentos. Las progre-autonomías habían desbrozado la vereda para que el enfermero prescriba medicamentos, pero va el Gobierno y agarra y decreta en contrario. Y a su vez reaccionan ciertos Colegios de Enfermería, muy sueltos de lengua, declarando que exigir la supervisión directa y la firma personal del médico es “retrógrado y ultraderechista”. Niego la mayor. Que el médico prescriba los medicamentos no es ranciedad ultramontana. Es lo propio.

El bienintencionado musita que solo serían analgésicos. (Va de suyo que no sabe gran cosa de sus incompatibilidades, de los daños vasculares por antiinflamatorios, ni de las particularidades de los mórficos.) Hay otros, más enérgicos, que se atreverían con antihipertensivos y anticoagulantes, ¡nada menos! Creen que la “receta enfermera” es un mecanismo suficiente, eficiente y ahorrativo. Lo creen: son gente de fe.

Llevo cerca de 30 años usando quimioterapia, al lado de enfermeras magníficas, capaces de afrontar no pocos problemas de esa medicación, desde luego más cabrona que la del ulceroso, pongamos por caso. Pues bien, durante el trabajo compartido, en un contexto cooperativo donde se verifica una supervisión cotidiana (que no fiscalización), afirmo rotundamente que he confiado y confío en ellas más que sus dirigentes sindicales. Ahora bien, ¿es razonable proporcionarles un “título” o una “capacitación” para manejar quimioterapia en otras consultas, quizás al margen de otros médicos? Calma.

Una grave deficiencia de mi organismo lo invalida para mantener una presión arterial aceptable y me obliga a visitar la farmacia con triste asiduidad. No hace mucho, a la cola de numerosos clientes, asisto a una escena chocante. Una señora le cuenta a la manceba que tiene una erupción y que en su centro de salud “pasan de ella”. La señora se descubre tiernamente un hombro y la manceba, solícita y amabilísima, la observa y dictamina que es “una alergia” y le prescribe “un corticoide suavecito”. Por detrás hace cola un matrimonio y la esposa le dice al marido, por lo bajini: “No se te olvide decirle que eres alérgico a la amoxicilina”.

Yo, aguardando mi turno, procuro contener no sé si las lágrimas o la lipotimia. (Tantas horas rellenando la sesera de medicamentos y resulta que lo de Flórez y Armijo fue un despilfarro de tiempo.) En la espera, pienso en las atroces cifras de automedicación y gasto farmacéutico y abuso de antibióticos y reacciones adversas en nuestro “sistema” sanitario. Y la verdad es que no tengo mucho tiempo para pensar, porque la manceba solventa su agenda de consultas con encomiable diligencia. Y me voy extraordinariamente tranquilo: no tiene que ajustarme las pastillas, pues al parecer llevo la dosis adecuada.

En el lenguaje abstruso del Derecho, es “zurupeto” el que ejerce sin la titulación exigida. Pues bien, si se apodera de ti el afán de prescribir medicamentos, te resultará facilísmo eludir semejane epíteto-delito. Te vas a la Facultad de Medicina; a la pública, con tu notaza de Selectividad, o a la privada, ahuecando 18.000 euros por año. Te comes enteros 6 años (incluida la Microbiología) y después te comes otros 4 de médico residente, con sus decenas de guardias y cientos de seminarios, y al cabo de esos 10 años, ya como un “ultraderechista” con todo en regla, te inflas a firmar recetas.

34 comentarios en “Gómitos y antibróticos

    • Con la Medicina y los medicamentos pasa algo similar que con la llamada arquitectura civil. Antaño era un ámbito propio de ingenieros, gente de sólida base físico-matemática y dedicada a las grandes estructuras. Los arquitectos, en cambio, eran «otra» cosa, digamos más afectos a la dimensión estética y por tanto a la construcción específicamente de viviendas o pequeños edificios.

      Pero en ésas emergen los «arquitectos-estrella», con hierbas como el tal Calatrava, todo estética, pero nada de resistencia. Va el tipo y construye un puente que se cae, pero «era muy bonito». Cuando el desastre estructural es manifiesto, agarra el tipo y se escuda en que él no hace cálculos, sino que dibuja sueños. Los cálculos se los deja a su «equipo de ingenieros», con dos cojones, para que ellos arreglen el desaguisado.

      ¿Es tan difícil admitir que uno tiene límites? A mí no me cuesta en absoluto reconocer que no estoy capacitado para dirigir una central nuclear (no sé ni lo que hacen allí), la logística de Carrefour, o un curso universitario de Prehistoria. Coño, yo estudié Medicina y solo de Medicina tengo alguna noción, y digo «alguna», porque de Medicina, en realidad, nadie sabe gran cosa. De todo lo que no es Medicina, en fin, leo, procuro estar informado, incluso alguna vez llego a albergar alguna opinión, pero no tengo ni puta idea al nivel en el que se detecta que no tienes ni puta idea.

      Uno de los «democratismos» más absurdos se resumen en la frase idiota de que «todas las opiniones son respetables». ¡De ninguna manera! Lo serán las personas, mientras no cometan actos execrables, pero desde luego no las sandeces. ¿Cómo se detecta la sandez? Se necesitan años de experiencia, pero a menudo comienza con 2 encabezamientos: «Yo esto…»; o bien «Hay que…»

      Me gusta

  1. Toda la razón. Que prevalezca el sentido común no es, sin embargo, tarea fácil, y después de tantos años, lo de «zapatero a tus zapatos» sigue siendo una quimera. Pareciera que la «dignidad enfermera» pasa ahora por la prescripción y, en otro caso, una profesión injustamente valorada y tratada. No estaría mal que empezásemos todos a tomar decisiones, y a valorar las de otros, con la cabeza, que no con salva sea la parte. E incluyo en ello a quien deba «pescribir».

    Me gusta

  2. Existe una instancia llamada Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios, o algo así, y también se ha promulgado la Ley del Medicamento, aparte de la Ley General de Sanidad.

    Da la impresión, por tanto, de que existen 2 facetas coadyuvantes, pero distintas. Una, la «sanidad» (con sus productos, tales como pinzas, apósitos, vendajes, antisépticos, etc) y otra, la «farmacia» (con sus medicamentos).

    La dignísima profesión de Enfermería, de la cual yo carezco de toda noción, hasta el punto de que NO podría ganarme la vida con ella, bajo ningún concepto, tiene su lugar y sus herramientas y su desarrollo, con sus especialidades y toda la mosca. Fetén. Hasta tiene rango de Grado universitario, con sus catedráticos y todo, y no hay más que hablar.

    Sin embargo, la prescripción de MEDICAMENTOS, máxime en un país con notables imperfecciones al respecto, exige una formación distinta. No diré «superior» (pues hasta las palabras más banales acaban levantando ampollas), pero sí más específica y detallada. Vaya por Dios, es justo la que se proporciona en la Facultad de Medicina, la que los tribunales exigen y los enfermos, a mi modo de ver, necesitan.

    Mis pacientes de cáncer de mama, cuando tienen que ser operadas después de unos ciclos de quimioterapia, me preguntan si las voy a operar yo. «Afortunadamente para ti, no» – les respondo. Afortunadamente, porque conmigo en el quirófano habría desgracias personales. En materia de cirugía, un servidor es una nulidad y una vergüenza y un contradiós. ¡Leches!. Igual le ocurre al cirujano más pintado si tiene que explicar olmesartan, everolimus, bevacizumab o Lantus.

    No tengo ni pajolera idea de úlceras por decúbito, sondas nasogástricas y urinarias, bolsas de colostomía, tulgrasules, pinzas de Kocher, hilos de seda, catgut o prolene, y todos los etcéteras que se les ocurra a los expertos en Enfermería. Ahora bien, que me vengan a reclamar la prescripción de antihipertensivos, antidiabéticos o dicumarínicos, francamente, me parece que es mear fuera del orinal.

    Me gusta

    • Farmacia nos dice el que y enfermeria cree que puede decidir el cuando. Desparecermoe sos medicos del medicamento y quedaran solo los «manitas». No se si algunos son unos atrevidos irresponsables o nuestro futuro es la extincion.

      Me gusta

      • El futuro de cualquier colectivo profesional, me parece a mí, depende de 2 vectores. Vector-I, lo que OTROS decidan acerca de tí: si resultas gravoso, si eres disciplinado, si lo que haces es valioso o reemplazable, si esto o si lo de más allá.

        Vector-II (y aquí viene lo «gordo»), lo que TÚ pongas donde TÚ elijas. Puedes asestar un puñetazo sobre la mesa o poner el pescuezo bajo el hacha del verdugo. Puedes reivindicar tus méritos o claudicar ante los ignaros. Puedes conducirte con dignidad -y acaso te tumben, pero que sea a hostias- o puedes comportarte como un esclavo con derecho a cocina.

        Hay quien «cede» por el qué dirán, por un puesto de «coordinador», por una amenaza, porque la vida es así, porque los tiempos son así, por comodidad, por hastío, por vergüenza y por por por. Está bien, tampoco hay que ser un héroe, cree la mayoría, pero las consecuencias son obvias y lamentarse es una jeremiada.

        En la otra punta estamos los que recordamos:
        1) La PRESCRIPCIÓN para patología humana es una atribución legal de solo 3 profesiones, a saber, médicos, estomatólogos y podólogos.
        2) Cuando hablamos de PATOLOGÍA, lo que todo el mundo entiende por patología, con su aura de incertidumbre y zozobra, estamos hablando de MEDICINA.
        3) Algunos médicos -no todos- se especializan en áreas que exigen un conocimiento muy preciso de ciertos -o muchos- medicamentos; y se apoyarán, obviamente, en otros profesionales, tales como farmacéuticos, pero resulta que tienen una RESPONSABILIDAD directa, específica e indelegable respecto de la SALUD y de los efectos adversos.
        4) En la universidad se puede optar por distintas Facultades. Una es la de MEDICINA. Hay otras, pero llevan otros nombres. Si eliges una, no eliges la otra. Si quieres ser médico, para lo que entiendes bueno, te jodes con lo que sea malo. De la misma manera, digo yo, el que elija ser enfermero para lo que crea bueno, tendrá que joderse para lo malo.
        5) Se trabaja en equipo, bien, vale, puede. Pero a la hora de rendir cuentas ante el señor de la toga negra, ¿quién rinde las cuentas? Pues ése es el que debe dirigir el equipo. Por justicia y por Justicia, que no son lo mismo.

        Me gusta

  3. Pues mire usted que yo no soy mancebo, soy Licenciado en Farmacia. También me llené la sesera de farmacología con Florez, en mi caso con el libro. Y de química farmacéutica, y de farmacocinética e incluso de galénica (lo que me capacita para saber la diferencia entre una crema y una pomada). Y aunque haya quedado para vender aspirinas, yo no dispenso productos que requieren receta a pacientes que quieran automedicarse. Yo también soy consciente de los PRM y de las resistencias a antibióticos por el uso indiscriminado. Pero también he de decirle que en mi rutina profesional también tengo que sufrir y afrontar esas consultas que a usted le producen lipotimia. Pero como yo no estoy capacitado para diagnosticar, me limito a indicar fármacos sin receta para aliviar los síntomas. Con esto quiero decirle que no todos los profesionales actuamos como usted comenta y me apena profundamente que considere una Licenciatura (5 años cuando yo estudiaba) como una enseñanza menor. Vuelva usted a disculparme pero no soy un mancebo, soy Farmacéutico.

    Me gusta

    • Profesión extremedamente respetable, la de farmacéutico. En ella se aprende indfinidad de cosas de las que yo solo poseo nociones más bien vagas, tales como farmacognosia o galénica (entre las clásicas), y almacenamiento, estabilidad, logística y farmacoeconomía (entre las modernas).

      Sucede, sin embargo, que en Medicina se estudian las ENFERMEDADES, por lo tanto no el fármaco en su radical mismidad, sino su papel en un mecanismo fisiopatológico, en un contexto epidemiológico, en un plan terapéutico general, etc.

      Lo ilustro distinguiendo 2 términos que parecen sinónimos, pero no lo son: «fármaco» y «medicamento». El farmacéutico aprende a purificar y disponer el fármaco (producto digamos salvaje) y el médico aprende cuándo y cómo conviene administrar el medicamento (producto manufacturado y aún industrial).

      Yo trabajo con extraordinarios farmacéuticos que me dan jugosos puntos de vista sobre lo SUYO y me enseñan un monton, pero ¡oiga! En materia de cáncer de mama, por ejemplo, todo lo que saben, TODO, poco o mucho, lo han aprendido de mí. En mi Facultad no se enseñaban los 17 pasos enzimáticos que llevan de la tirosina a la morfina, naturalmente, pero las circunstancias CLÍNICAS del empleo de la morfina tampoco se enseñaban en la suya. Por eso hay Facultades y profesiones distintas.

      Usted no es mancebo, por supuesto: me gusta más el término «boticario». La que atiende en la oficina de farmacia que se describe en mi artículo sí es manceba: me consta cuál es su nivel de estudios y juro que no estudió en la dignísima Facultad de Farmacia.

      Me gusta

  4. He de exponer que estoy totalmente de acuerdo. Al igual que un médico no está tan capacitado para realizar tareas de enfermería, que no son inferiores, sino complementarias, y al igual que un médico no sabe tanta farmacocinética y farmacodinámica (a no ser que le apetezca seguir dándole caña al coco) como un farmacéutico, esos dos trabajadores no deberían prescribir medicamentos. Y digo «no deberían» porque, aunque se cometan múltiples fallos en las decisiones médicas (en ocasiones), bajo mi punto de vista es, por seguridad para el paciente, que es el CENTRO de la cuestión, que esté bien regulado el quién puede prescribir. De hecho, a ver si se dan cuenta de eso, que ni un traumatólogo tiene la capacidad real de manejar quimio como un oncólogo ni un oncólogo de operar una cadera. Asi que no nos andemos con sandeces que cada uno sabe antes de entrar a la facultad lo que puede y no puede hacer. El término «ultraderechistas» sólo me induce a pensar que quien lo dice realmente piensa que el progreso es dejar un poquito de lado la responsabilidad. Y es curioso porque todos un día seremos enfermos y querremos ser atendidos por el que mejor sepa CURAR (en la mayor parte, el que mejor sepa cómo, cuándo y a quién medicar). Si el medicar sólo dependiese de la dosis, y todo se rigiese por la regla «dosis-efecto» daría hasta la razón a los farmacéuticos pero, oye calla, que hay un PACIENTE en medio, con multitud de variables que alteran los efectos independientemente de la dosis, por tanto, ya no sirve.

    Me gusta

    • No se puede decir más claro, salvo quizá por el matiz de que no siempre tenemos «pacientes» (a veces carecen de paciencia, y con razón), ni nuestro propósito siempre es «curar» (con más frecuencia nos limitamos a cuidar).

      Y ahí le duele, en la multidimensionalidad del acto sanitario. Necesitamos gente con psicologías diversas, para afrontar «pacientes» diversos, y gente con adiestramientos distintos, para necesidades distintas, o tal vez solo para MOMENTOS concretos, pues el cuadro clínico es dinámico, el enfermo también, etc.

      Un antiguo colega me decía: «Desengáñate, para que funcione un hospital solo hacen falta médicos y enfermos, y hasta de los segundos se podría prescindir». Él creía que celadores, auxiliares, secretarias, enfermeras, asistentes sociales, etc, eran «innecesarios», en el sentido de reemplazables. Y me decía, a continuación: «El médico puede empujar una camilla, pero ¿un celador firmará el certificado de defunción?»

      Es un punto de vista brutalmente utilitarista, que NO comparto en absoluto. Sin embargo, me jode que estemos llegando a un punto en el que todas las tareas valen lo mismo, todas son intercambiables, cualquiera vale para cualquier cosa y, ante la duda, el médico es un «clasista-corporativista-ignorante». No se me pone en los oeufs.

      Me gusta

  5. Para escribir sobre un tema hay que tener conocimiento de ello y estar bien informado
    En su articulo » Gómitos y antibróticos» esta demostrando no saber cual es el contenido del reciente Real Decreto sobre Prescripción Enfermera . Léalo usted y después podrá comprobar como deja en una grave inseguridad jurídica la actuación diaria de las enfermeras. Entérese de lo que hacen las enfermeras en la sanidad no solo privada, también en la publica y después podrá hablar con mas acierto
    Le recuerdo que la carrera de enfermería también se hace en la universidad,con no menos nota de corte, cuatro años y especialización vía EIR de dos años
    Que el medico y la enfermera aprenden en la universidad y en el día a día consolidan y aumentan sus conocimientos, Pobre de aquel que solo con los conocimientos adquiridos en la universidad pretenda ser un buen profesional
    Y por favor no menosprecie usted la profesión de enfermería. Las enfermeras estamos suficientemente preparadas y no deseamos que nos pongan travas legales, sobre todo si se dirigen desde los despachos, solo por el miedo de perder su rancio sentido de autoridad

    Me gusta

    • También manda guevos que este tío estudie medicina por unos palabros. Espero que sepa más Honcologia que conoce el trabajo de otros profesionales.
      Pero tiene razón en algo. No es soberbio. Simplemente es un paleto con bata.

      Me gusta

      • Yo estudié Medicina para curar a mi abuela. Usted no lo entiende, claro, ni sabe que para mí, de niño, la Medicina tenía un aura misteriosa, entre otras cosas por su lenguaje digamos esotérico. Como mi padre estaba en la cárcel (esa cárcel que no pisaron los que ahora se proclaman defensores a ultranza de la sanidad pública), parte de su figura la asumió un vecino que era zapatero. No hay en este mundo un olor como el de la cola de zapatero remendón, salvo quizás el Floïd, pero a Vd., claro, ni le consta ni le importa. Agustín, el zapatero, no era un hombre culto; quizá por eso los «palabros» de tinte científico-médico me resultaban tan atrayentes.

        Años después, lo que sé de Oncología, Vd. sabrá si mucho o poco, lo he aprendido trabajando junto a profesionales gigantescos, entre ellos profesionales de Enfermería. Usted no las ha leído, según parece, pero he escrito páginas en honor de Concha Vila (Hospital Clínico) y Teófila Garmendia (Hospital Valdecilla), sin duda las mejores enfermeras del mundo, secundadas por otra generación de la que me permitiré señalar a Gema (Hospital Valdecilla) y Miriam (Clínica Mompía).

        Paleto, en fin, lo seré. Lo que no llevo es bata. Hace exactamente 26 años que no me pongo bata y no, no lo aprendí de House, sino de un magnífico infectólogo de la FJD, el Dr. Manuel Guerrero. A sus motivos he añadido otros cuantos que Vd. no entenderá, claro, porque tiene la cabeza llena de cliches idiotas.

        Me gusta

    • El desconocimiento que Vd. me atribuye será cierto, aunque fíjese: llevo de oncólogo 30 años, treinta, en la medicina pública; y desde hace 1 año encabezo una unidad de oncología en la medicina privada. Ejerzo profesionalmente otras facetas, pero no la aburriré: baste subrayar que actúo como perito ante la Justicia más o menos 1 vez al mes.

      Ayer mismo, ayer, tuve/tuvimos una reunión con el nuevo director de la clínica privada en la que trabajo. Tres horas antes, me reuní con TODO el personal a mi cargo (4 médicos, 2 auxiliares, 1 enfermera, 2 radiofísicos y 1 técnico), primero para unificar criterios, segundo para que no se produzcan zonas de «sombra» y desconfianza, tercero para diseñar una estrategia comunicativa común, con los puntos esenciales -para todas las categorías- en cuestiones estructurales y de plantilla.

      Luego, ya con el director, insistí en que estuviesen representados TODOS los estamentos. Y estuvimos 3 médicos, 1 enfermera, 1 auxiliar, etc. Ya le digo que no quiero aburrirla. Pues bien, sepa Vd. que uno de MIS puntos inexcusables fue la cuestión de MI enfermera oncológica, una persona valiosísima que quiero consolidar y pagar un 30% más, así, de golpe. ¿Y me habla Vd. de «menosprecio»?

      Usted parece creer que yo soy imbécil, que estoy anclado en lo que NO me enseñó la Facultad acerca de gestión sanitaria y otras cuestiones del todo relevantes en mi vida profesional de hoy. Usted me acusa sin fundamento de no haber leído el RD, y yo opino que la inseguridad jurídica no dimana de él, sino precisamente de las normas autonómicas (heterogéneas, como mínimo) que han ido generando un lío de tres pares de cojones.

      Utiliza Vd. un término equívoco: autoridad. Discúlpeme, pero yo agradezco que me hablen con autoridad. Lo que no quiero es que sobre mí ejerzan un poder tiránico. Los romanos distinguían la «potestas» de la «auctoritas». Usted, con su nota de corte y sus 4 años más 2 de master, no las distingue. Naturalmente, mete la pata, en este caso hasta el corvejón.

      Me gusta

  6. Yo siempre he pensado que la enfermera es de los pacientes no del médico.
    Creo que está usted anclado en otra época
    Le deseo mucha suerte en su nueva andadura, sus pacientes se lo agradecerán

    Me gusta

    • Créame que el uso de posesivos, en esta materia, no obedece a un sentido posesivo, sino francamente cariñoso. Yo trabajo en un hospital que era «mi» casa (de nuevo con respetuoso cariño) y ya no lo es, aunque sigue siendo «mi» principal centro de trabajo. En cuanto a la nueva andadura, sucede en una clínica a la que llamo «mía», pero en realidad pertenece a unos accionistas entre los que no me incluyo.

      No sé por qué, pero en este asunto de enfermeras y médicos cualquier pijada constituye elemento de fricción. De hecho, tampoco la enfermera es «de los pacientes», sino que es dueña de sus conocimientos, de su pericia, y a los enfermos se la ofrece y a ellos les beneficia, pero no hay más relación de pertenencia que conmigo, ni yo la tengo con respecto al gerente, aunque él se refiera a «su» personal, entiendo que metafóricamente.

      Créame, no estoy anclado a nada, ni siquiera a la Medicina, que desde luego abandonaría sin mayor trámite si determinadas circunstancias fuesen más propicias. No voy a entrar en detalles, pero sepa Vd. que eso de la «vocación» hace tiempo que me causa más irritación que risas. (Yo equivoqué mi camino: dejémoslo ahí.)

      Justo hace 5 días, la enfermera que estaba asignada a mi consulta pública, al cabo de unos 5 años trabajando juntos (no «para mí»), me dice que ha solicitado cambio de médico porque yo la he ofendido. Muy bien, vivimos en un país libre. Es la primera enfermera, de las no menos de 10 de las que yo llamo propiamente «oncológicas», que ha solicitado semejante cosa. ¿Cree usted que me he enfadado? No. ¿Es una buena enfermera? Lo es, encontrará otra ubicación mejor.

      Pior mi parte, ¿he recabado otra enfermera que me sea particularmente afecta? No. De hecho he sugerido a una auxiliar, de las varias que esporádicamente han estado conmigo y, ¿qué ha sucedido? Que las ENFERMERAS han reclamado ese puesto para sí, no para una auxiliar. Cojones con el corporativismo. (Alguien no entiende que yo NECESITO a gente que me ayude, independientemente de su titulación; que me ayude y me revele matices técnico-profesionales, porque mi despacho no es precismsamente el consultorio de Elena Francis.)

      Me gusta

  7. Claramente no sabe de que va el decreto de prescripción enfermera sino no tendría ni el descaro ni la osadía de escribir lo que escribe; la práctica diaria de la enfermería, que ni pretende prescribir antibióticos ni citostáticos, ni nada parecido, se va a ver afectada por ese decreto; y no solo nuestra práctica diaria sino también la de los médicos, que tendrán que prescribir hasta una simple vacuna que viene determinada por un protocolo nacional de vacunas, o un cambio de una pomada de una cura, que habitalmente lo manejan las enfermeras de forma independiente y con muy buen criterio. No se pretende conseguir con este decreto nada más que una cobertura legal del trabajo que las enfermeras hacen habitualmente con profesionalidad y bajo unos conocimientos avalados por los 4 años de carrera y los 2 años de especialidad.
    Informesé de lo que se pretende con el real decreto porque esa ignorancia hace mucho daño a la profesión enfermera y confunde a la gente; y no necesito faltar el respeto ni a los profesionales médicos (que en mis 20 años de ejercicio profesional, también he visto meteduras de pata) ni tampoco quiero quitarle importancia a su trabajo; pero si que le pediría un respeto para estos profesionales que son de los mejor valorados en toda Europa, que solo pretenden conseguir que se reconozca su trabajo diario y que se pueda trabajar con una tranquilidad, para seguir ofertando los cuidados que demandan los usuarios, así como mantener los buenos resultados en las encuestas de satisfacción que los pacientes dan a estos profesionales. L. Valdizán, una enfermera que cree en la profesión y el buen hacer de estos profesionales.

    Me gusta

    • Ya no haré más comentarios respecto de si sé (o no sé) de qué va (o no va) el RD de marras. Baste subrayar que el RD surge como respuesta «central» a varias disposiciones autonómicas y que el asunto jurídico debe de tener su enjundia, pues ocupa a las mentes jurídicas más brillantes. (La mía NO se encuentra entre ellas; quizás la suya de usted, sí, pero tampoco voy a detenerme en ese punto.)

      A lo que yo quiero ceñirme es a este tipo de frases: una «simple» vacuna.

      Quizá una encefalopatía desmielinizante, como las que se han achacado a ciertas vacunas frente al VPH, o la acerba controversia sobre la vacuna frente a la varicela, por ejemplo, sean para Vd. cuestiones «simples». A mí, que debo de ser raro, no me lo parecen en absoluto. Y tengo la impresión de que los jueces, en estas cuestiones «simples», tienden a pensar como yo: que la responsabilidad del acto abarca la cualificación académica del prescriptor.

      A lo que yo quiero ceñirme es a este tipo de expresiones: «he visto meteduras de pata».

      No está en discusión que las acciones sanitarias acarreen efectos adversos, sino QUIÉN asume las consecuencias de una prescripción. Si el médico es responsable último de un acto sanitario (como debe de ser), va de suyo que no puede dejárselo al margen del acto, por vagas razones de «conveniencia» o «ahorro» o «innovación».

      Para acabar, L. Valdizán expone un mundo más bien esquemático. Parece sugerir que «los médicos» (todos) opinamos igual, corporativamente, y que «las enfermeras» (todas) se sienten zaheridas por mi postura. Pues es mentira. En particular, me consta que hay enfermeras que lo sienten más bien como yo. ¿Es que son «malas profesionales»? ¿No será que algunos Colegios andan malmetiendo sin suficiente consenso interno?

      Me gusta

  8. Creo que el problema radica en qué productos puede o no prescribir la enfermera. Siento si de mi anterior escrito se desprende la idea de que yo como farmacéutico quiero prescribir. No, no, esa no es mi intención. Sin embargo me veo capacitado para recomendar a un paciente con tos, si es mejor que compre un dextrometorfano (fármaco sin receta y que podría comprar incluso sin consultarme) o una acetilcisteína (ídem). De igual forma imagino (yo no me he leído el Real Decreto) que la enfermera reclama prescribir aquello para lo que está capacitada, léase aquí material de cura, antisépticos tópicos, etc. Y por cierto que no creo que sea banalizar la vacunación, pero es que las vacunas las dicta un calendario vacunal y ni siquiera dependen del médico (véase lo que pasó con Varivax y lo que opinaba casi todos los médicos pediatras…)

    Me gusta

    • Es inimaginable una ley que estipule con pleno detalle el qué sí y el qué no. De entrada sería ilegible por exensión, de salida quedaría obsoleta cada 2 meses.

      De hecho, lo que yo planteo, en el fondo, es que ya está bien de leyes. Cuando quieren «regular» lo que es consuetudinario, es cuando lo joden. Véase la sedación paliativa: se practica TODOS los días, sin barreras religiosas, administrativas, jurídicas ni éticas (hay conflictos, claro, pero dimanan de lo jodido del trance y no de tiquismiquis leguleyos). Pues bien, se meten a legislar sobre la «eutanasia» y ahí la cagan.

      Aquí, lo mismo. Existen múltiples productos que se expenden SIN receta, son de dispensación absolutamente LIBRE, incluso carecen de financiación pública. ¡Se venden hasta en aeropuertos, parafarmacias y herbolarios! ¿Cree usted que yo recabo la exclusividad del médico sobre esas «prescripciones»? De ninguna manera: así están las cosas y supongo que están bien.

      Sin embargo, en materia de prescripción FORMAL, esto es cuando se requiere un documento que vincule la recomendación terapéutica con una eventual reclamación, lo que todo Cristo entiende como prescripción e históricamente ha exigido la capacitación académica de la Medicina, ¿qué coño aportan unas disposiciones AUTONÓMICAS, aparte de discordia y caos? La cooperación COTIDIANA, a pie de obra, entre médicos, farmacéuticos y enfermeros, salvo en rarísimas excepciones, no generaba conflictos dignos de mención. Los problemas surgen, paradójicamente, cuando gente con demasiado tiempo libre elucubra en su despacho sobre cómo engordar los cartapacios de los abogados.

      Me gusta

      • En eso estoy completamente de acuerdo con usted. Cada vez que sacan una ley nueva, la cagan más. Pero es que hay leyes que están definitivamente mal hechas. Le pongo un ejemplo: el Ibuprofeno de 400mg es un fármaco de libre dispensación que no requiere receta. Sin embargo, el Ibuprofeno 600mg sí requiere receta. ¿Qué me impide a mi, como usuario, tomar 1 y 1/2 del de 400 para hacer la dosis de 600?.Pues bien ,si yo dispenso un Ibuprofeno de 600mg son receta médica, podría enfrentarme a multas de diversa cuantía e incluso a la inhabilitación profesional. ¿No es esto ridículo?. Supongo que con el caso de enfermería pasará algo parecido, y que las enfermeras piden para sí una regulación para no encontrarse en esa cierta indefensión legal, no para prescribir antibióticos, si no por hacer algo que ya hacen todos los días.

        Me gusta

  9. Poco tendría que añadir, aunque si reconocerle sus dotes literarias y a buen seguro profesionales solo si » dejase que el pensamiento no tomase asiento «(Aute)
    Estudié enfermería casi a la par que usted medicina, no para despojarme de complejos inútiles, sino para aplicar cuidados. entendí muchos aspectos de muchas enfermedades y le aseguro que durante mi formación (U. Complutense de Madrid) el como el cuando y el porqué era una máxima curricular.
    No le pido que lo entienda. Solo, solidaridad con profesores como Dr Beneit y Dr. Sánchez Martos(actualmente Consejero de Sanidad de Madrid) empeñados en algo tan baldío, como formar a lo largo de tres años, si mal no recuerdo , a enfermeras, en Farmacología Clínica (farmacocinética, farmacodinamia) , Enfermería fundamental, etc……
    Parafraseando a usted mismo .No quiero ser esclava con derecho a cocina, y si así fuese, no con usted.

    Me gusta

  10. Se esta creando un debate, claramente estimulado por intereses de puestos directivos de colegios y sindicatos de enfermeria con poca experiencia en el trabajo de trinchera, que no es real y que los que trabajamos en un hospital en el dia a dia no lo vemos por ninguna parte.
    Yo valoro a mis enfermeras y cada uno sabe su papel en la sanidad.

    Me gusta

    • Ándate con ojo, porque diciendo «mis» enfermeras serás tachado de carpetovetónico. Ha llegado un punto en que la menor pijada se entiende como agresión.

      Por otra parte hablas de «intereses». ¡Ojo de nuevo! Intereses (naturalmente, corporativos), solo los tienen los médicos. Otros estamentos solo luchan por la dignidad y la justicia.

      (Bien mirado, no sé por qué escribo con ironía; en todo caso lo van a llamar sarcasmo…)

      Me gusta

  11. Hola. Soy enfermero. Y no quiero debatir sobre el RD enfermero para eso ya sobra gente, pero leo y releo su articulo y me causa cierto hormigueo en la nuca, no es po lo que dice ni por los pronombres que usa que en todo momento lo he entendido como un apelativo cariñoso no como propiedad. Pero quiza, no sé pienselo, su lenguaje no ha sido del todo acertado, para empezar el titulo, y aunque es cierto que alaba el trabajo de las enfermeras con las que ha trabajado y su labor me da la sensacion que alaba una profesion casera, y que en el caso de que fuese necesari prescindir de profesiones sanitarias la enfermeria podria desapercer y la salud no se debilitaria….
    Pues lo dudo, y si algun dia tiene tiempo busque bibliografia sobre el impacto de los cuidados de enfermeria en la salud de los pacientes, articulos cientificos y evidencia cientifica de ello y no solo en el manejo de sondas, vias, medicación, y demas aparatos y tecnicas sino de cuidados de enfermeria basicos y profesionales. Porque he de decir que la enfermeria es una profesion al igual que la suya se basa en evidencia cientifica, ahora bien quizas hay en sitios donde sobramos y somos meras secretarias o ayudantes pero eso es otro debate.
    Yo confio en la medicina para que me diagnostique y en la enfermeria me cuide pero a ambos les exijo lo mismo que me den los mejores cuidados en salud basandose en el metodo cientifico en definitiva que sean profesionales.
    Tambien creo que su intencion no es menospreciar mi profesion con este articulo solo queria darle otro enfoque desde donde mirarlo.
    Mi mas humilde opinion
    Un cordial saludo
    PD: como enfermero me ofende ver las faltas de respeto de algunos de mis compañeros de profesion. La opinion es libre y no es preciso descalificar a nadie ni faltar el respeto. Eso no ayuda en absoluto y mucho menos a la profesion.

    Me gusta

    • Hola, soy médico y opino que la Medicina NO es una ciencia. ¿Cómo dice? No, señor, no es una ciencia. Me explico. Una ciencia acota un aspecto de la realidad para realizar afiirmaciones apodícticas, esto es necesariamente válidas e incondionalmente ciertas. Ejemplos: E = mc2; ácido + base -> sal + agua; este niño, definitivamente, no es hijo de Juan Carlos I.

      La Física, la Química, la Genética, son ciencias. ¿Y la Medicina? Pues es una TÉCNICA: una técnica que emplea ciencias auxiliares, sí, pero solo ofrece soluciones a lo sumo parciales -siempre opinables-, en un entorno de imprecisión y variabilidad.

      Estimo que, para ser médico, importa mucho más la «psicología» (la cual obviamente no es una ciencia) que la «bioquímica» (la cual obviamente sí lo es). ¿Y la enfermería? Pues es otra técnica, que tiene incluso más de «tacto», más de «artesanía», más de «pericia manual», más de «cariño», que la propia Medicina. Y por consiguiente no es ni menos (ni más) «importante»; es simplemente una aproximación distinta, con bases y alcances distintos, que tiene más o menos cabida, según los momentos, en situaciones distintas.

      Ahora, permítame una reflexión estilística. El mismo «hecho» se puede describir y expresar de varias maneras:
      – Debo satisfacer la necesidad de orinar.
      – Tengo que ir a mear.
      – ¡Que me churro!

      Yo me inscribo en la corriente quevediana del idioma. Escribo, por tanto, «que me churro», porque cualquier otra alusión piadosa a la banalidad de ir al cuarto de baño no merece la pena. No la merece porque es eso, una banalidad. Y de banalidades no se escribe.

      Me gusta

  12. Sr. José Manuel López Vega.
    Cuánta soberbia y desconocimiento se puede ver entre líneas.
    Usted/des no es/son el/los enviados de Dios en la Tierra; ni por asomo.
    Me imagino que ha caído en la cuenta que, en algún momento de su vida, un profesional de la Enfermería va a estar al lado de su cama cuando lo necesite. No sé si en la Clínica Mompía o en el Hospital Valdecilla.
    Ojalá no nos llame cuando los facultativos no estén en la planta porque tendrá que esperar a su analgésico hasta que sea firmada su prescripción, a pesar de existir un protocolo de analgesia.
    O, quizás, la cura de su herida requiera que un compañero suyo que, como puede comprender, sabe bastante menos que nosotros sobre estos temas, le prescriba esta o la otra pomada o apósito.
    Déjese de chorradas. Yo no me churro; me cago cuando leo lo que usted/des escriben.
    «El que desprecia demasiado, se hace digno de su desprecio». Henri-Frédéric Amiel

    Me gusta

    • Ya es un tanto reiterativo, creo, pero habrá que insistir… Pongo por ahi arriba que la Medicina no es una ciencia; es una mera técnica que opera en condiciones de variabilidad e imprecisión, por lo cual necesita de otras técnicas complementarias o auxiliares, una de las cuales es la Enfermería.

      En materia de prescripción, también he puesto por ahí arriba que se discuten en realidad 2 planos distintos. Uno, el de los productos de uso COMÚN (tan común que llevan años sin requerir receta alguna). Otro, el de aquellos que exigen LEGALMENTE un cierto grado de suprvisión. Pues bien, justamente en el plano LEGAL surgen: 1) La especificidad de cada profesión y 2) Lo que cualquiera entiende como «responsabilidad».

      Hay quien opina que un «protocolo» elimina cualquier implicación legal. Pues no, o no siempre. De ahí, la necesidad perentoria de que los asuntos legales (que pueden llegar a judiciales) estén clarificados. A ello no contribuyen, en mi opinión, la pléyade de normativas autonómicas que han dado lugar a una maraña enmarañada y desmañada.

      Respecto de las cuestiones «organizativas» de la guardia, etc, sepa que a mis 53 años no podría contar cuántas guardias he hecho. Los mismos años, y algún que otro achaque, me facultan también para entender y admirar el trabajo de la Enfermería. De hecho, y no es broma, yo NO podría trabajar de Enfermero, de ninguna manera, porque carezco de ciertas habilidades imprescindibles; por ejemplo, me cuesta repetir lo mismo varias veces y la contumacia en los mismos argumentos me agota la paciencia.

      Me gusta

      • A mis 52 añitos, creo que también sé lo que son las guardias y lo que cuesta que aquél que prescribe, firme lo que hay que hacer o administrar a ciertas horas y en ciertos momentos.
        En esencia estamos de acuerdo y, además, me sucede como a usted: admiro el trabajo de muchos médicos.
        Por lo tanto, doy por finalizada mi intervención en este blog.
        Suerte.

        Me gusta

  13. ¡Vaya, amigo Laro2011!. El que alguien, sea del nivel profesional y especialidad que sea, trate de delimitar los campos de actuación que a su juicio deba tener cada estamento médico, no parece que sea soberbia. Quizá si en medicina, arquitectura, ingeniería, mecánica del automóvil o albañilería, todos los niveles profesión de cada especialidad tuvieran bien regladas sus competencias, se cumplieran por todos las reglas de juego y se interrelacionaran fluidamente en el trabajo, se evitarían algunos desaguisados que cada día contemplamos en estas sociedades tan «resueltas» y al parecer tan intercambiables y polivalentes en aras de la no «discriminación». Esta buena y fluida relación entre niveles no tendría, si el organismo o empresa estuvieran bien organizadas y con medios adecuados bastantes, que crear ninguna situación angustiosa como la que Ud. pinta ante ese enfermo imaginario de su relato. Lo que resultaría sin duda sería la eliminación de algunas desgracias (tengo verificadas bastantes «sobre el terreno»), las relaciones laborales serían más amables y, sobre todo, y esto por si sólo justificaría sobradamente las regulaciones, se eliminarían las bochornosas, cuando no directamente innobles maniobras orquestales corporativas cuando, producida la catástrofe, deben intervenir los jueces y tribunales paran dilucidar responsabilidades. ¿No ha sido Ud. testigo de los quizá humanamente comprensibles, pero éticamente despreciables comportamientos entre los actores de distinto nivel echándole mutua y colectIvamente el «muerto» (y en medicina esto es literal) encima al otro?. Pues desafortunadamente, yo he tenido que asistir a múltiples y degradantes espectáculos de corporativismo oportunista, a veces sangrientos en sus consecuencias judiciales. Si en el trabajo cada palo aguantara su vela con fronteras bien nítidas, cada palo debería aguantar la suya ante la Ley: Eso se consigue con delimitaciones previamente bien definidas. No es ordenancismo. Es PROFESIONALISMO PROFESIONAL, valga la redundancia y el retruécano.

    Me gusta

    • Completamente de acuerdo con su acertado comentario.
      Esto se trata sencillamente de proteger legalmente a los actores. Tengo claro que los Profesionales de Enfermería no quieren jugar a ser minimédicos. Simple y llanamente quieren que se cumplan las reglas del juego en el ámbito de un reglamento serio.

      Me gusta

  14. Nada que objetar a que los PROFESIONALES DE ENFERMERÍA (con mayúsculas), hagan una defensa cerrada de SUS COMPETENCIAS PROFESIONALES (perdón nuevamente por las redundancias), que las ejerzan con dedicación y esmero, pues no negaré que evidentemente tienen su espacio y no están, ni nadie puede imponérselo, solamente para ejercer de «machacas» de los MÉDICOS (también con mayúsculas). Ni creo que de los escritos del Dr, López Vega se desprenda que sea esa su intención. Pero no me negará Ud. que no será maledicente afirmar que en muchísimos casos por ensoñaciones ¿individuales? de «grandeza», consecuencia de estados de insatisfacción con el nivel ostentado en su entorno laboral, estimuladas y sopladas conveniente e interesadamente, por ciertos Colectivos y aun Colegios Profesionales que cual Eolos soplan halagadores vientos de popa, se distorsionan e intensifican reivindicaciones no siempre ajustadas a razón. No siendo raro ni inusual entrever que tras esos «impulsos corporativos» apenas se ocultan intenciones de ganarse con proclamas demagógicas el favor de tan respetable Colectivo de Enfermería para mejor escalar a puestos de Representación y Dirección político administrativa. Y que luego de esos proclamados «amores y ardores profesionales», logrado su objetivo «de escalada», cuelgan el honroso uniforme los más años que les son posibles resistir. Nada digamos si en el ascenso logrado con la ayuda de «sus» (y estos si que son suyos) representados agradecidos, consiguen subirse a un coche oficial. Oiga, ¡ni con agua hirviendo se les desaloja del auto oficial, al que se aferran con uñas y dientes!. No diré yo que las gentes sean estúpidas y se dejen «embarcar» ingenuamente, pero constate Ud. en los acontecimientos vividos en nuestro propio Pais en los últimos años, los efectos demoledores de campañas bien convenientemente orquestadas. Y más, si van dirigidas a los sentimientos y anhelos.

    Me gusta

    • Cursé la EGB (antes Primaria y, modernos como somos, de nuevo Primaria) en un colegio donde se impartía la asignatura de Cerámica. No solo disponía de un horno, para toda clase de barros, caolines y vitrificados, sino que tenia un estupendo profesor de la materia. Se llamaba Miguel González y tuvo un taller-escuela por el centro de Santander, aunque le perdí lastimosamente la pista.

      Sabía cerámica de cojones, claro, y de vez en cuando le arrancaba una belleza fulgurante, como hacen los grandes artesanos con la tersura de una guitarra española o la anatomía perfecta de una silla de montar. El artesano ejecuta tradición y, en haciéndola, depura y afina. El artista, ¡ah!; ése rompe literalmente el molde.

      Pero, en fin, no voy a eso, sino a la chorrada de que existen ¡Grados Universitarios de Cerámica! Como si la Cerámica, en cualquiera de sus dimensiones, fuera indigna de serlo y adquiriese un estatus «superior» por el hecho de darle un barniz administrativo con pólizas de cierto empaque. Y lo malo no es eso, sino el paso siguiente (e ineluctable): cuando un ceramista, quizás un genio en lo suyo, deje de meter las zarpas en el cochino barro y se ponga a dar clases y a corregir exámenes y a rellenar actas y a asistir a las juntas de la facultad y aspirar a Rector y a cobrar los trienios derivados de que algún día dejó de enfangarse en lo que sabía hacer y acabó enseñando lo que no tiene ni sustancia, ni necesidad, ni maldita la gracia.

      Me gusta

  15. Lo último que se del excelente ceramista Miguel González, es que tenía su estudio/taller en el principio de la Calle Alta, cerca de la Bajada de Sotileza, adjunto a lo que fue el histórico barrio de putas de la llamada Cuesta del Hospital. De nada.

    Me gusta

Escribe libremente