Siglas del siglo

Sábado, 2 de febrero de 2019

coche-nuevo-viejo

Noviembre de 2009. Todos los telediarios abren con una tal Aminetu Haidar, activista saharaui que nos distingue haciendo huelga de hambre contra Marruecos en el aeropuerto de Lanzarote. Los bienintencionados de guardia chupan cámara, instando a la acción del Gobierno que lidera (es un decir) el risueño ZP.

¿Qué hubo de la famélica Aminetu? Ni idea: pronto cae de la portada a la página 53, pues 2010 no da tregua. Es el año de la ‘desaceleración’ (la crisis que no era), la subida del IVA (perpetrada con el heroico apoyo del PNV), la hecatombe de Grecia y el telefonazo de un Obama desvelado por el déficit alarmante, con huelga general aparajeda. Pero agarra diciembre y arma la mundial: huelga salvaje de controladores aéreos. Miles de viajeros en parihuelas y el ilustrísimo Pepiño amaga con militarizar hasta los carromatos de castañas. La cosa se atasca en los despachos, porque se nos echa encima la guerra de Libia. Alguno dice que no hubo guerra, lo que se dice guerra, pero a Gadafi le dan matarile.

Trama Gürtel, artículo 155, anchoas Revilla, copago farmacéutico, Podemos no puede, muro Trump, un niño se desgracia, Aminetu, nueva cinta del comisionista Villarejo, atentado yihadista, Maduro pocho, cambio climático, violación grupal, Siria, diésel no, Mourinho se enrabieta, descuartizan a un periodista, dictada una sentencia impopular (jueces al paredón), manifa de pensionistas, pateras a la deriva, un asesino reinsertado reincide (la perpetua revisable, revisitada). Cataluña. Brexit. Vox. El taxi.

El locutor Luis del Olmo se pasó media vida rompiendo lanzas por el gremio, como el flautista de Hamelin. A mis escépticos ojos saltaban los malos modos (‘Si sé que es tan cerca, no le cojo’, ‘¡Joder, encima con maletas!’) y la discusión sobre el modo de pago. ‘En efectivo, que no tengo tarjetas’, te espetaba el propio, rascándose la entrepierna. Yo tomaba un taxi en Bilbao -30 pavos- y luego estaba en Madrid -otros 30 machacantes- y a veces no llevaba tanto efectivo, pero no había manera: ‘Le llevo a un cajero, pero es más vuelta y el taxímetro no para’.

No, señor del Olmo. En el sector habría gente muy digna, pero era un cotarro licencioso. Un grupo de presión amparado por chanchullos transgénero y tarifas chungas, una flota de choneras ambulantes con nicotina fósil y bombonas de gas agazapadas en el maletero. El pasado agosto, don Manu Andoni Ruiz, presidente de los taxistas cántabros, declaraba a ‘El Diario Montañés: ‘El servicio debe mejorar mucho, en atención al cliente y en buena presencia’. Claro, es que no habían tenido tiempo; los oligopolios es lo que tienen, que te lías y te dejas lo principal.

Total, que se estrena el VTC. Releo despacio las siglas: V de ‘vehículo’, T de ‘transporte’ y C de ‘chófer’. ¡Anda, como si dijéramos un taxi! Exactamente lo mismo, aunque a uno lo mangonea el Gobierno (las Autonomías) y al otro lo acribilla el Consistorio. Vienen los cortes de carreteras, los neumáticos ardiendo, los chaparrones de pedradas, pero ¡leches!, todo estriba en un conflicto leguleyo entre administraciones. Administraciones que, por sí, no hacen nada, salvo trincar y reglamentar y trincar más y volver a reglamentar, mientras el consumidor solo quiere (y eso paga) que lo transporten, circunstancialmente, en condiciones de comodidad, higiene y seguridad. El viajero opta/paga a una empresa, quizás al taxi (con su luz verde y su letrero SP), acaso a una VTC, y lo demás son cuentos.

En mi niñez, los domingos solo abría el despacho de pan y leche. De noche, si hacía falta una farmacia, ¡menuda odisea para encontrar la de guardia! Mi adultez ha sido una letanía de guerra/propagandas: la del pan, la de los grandes centros comerciales, la de los horarios de apertura, la de las rebajas, la de las farmacias de 24 horas… Siempre igual. No se puede. ¿Por qué no? La ley lo dice. Pues que la cambien. Yo defiendo mi negocio. Yo compro donde me da la gana. A ver lo que dice el alcalde. ¡Que diga misa!

El partidario de la restricción –la que fuere- afirma que Moisés bajó de la Zarza con las reglas eternas del comercio justo, tal como a él le conviene, pero el pobre Moisés solo pudo acarrear 10 Mandamientos, y ninguno estipula cómo ha de comportarse el consumidor. Treinta siglos después, la misma fatiga: el vendedor parapetado tras su mostrador, más o menos próspero; el comprador, mirando cómo gastar su tiempo y su dinero con menos dolor de corazón.

Los chóferes de taxi y de VTC no son funcionarios, no ocupan plaza fija por oposición. Que respeten el tráfico y paguen impuestos, pero ¡fuera concesiones y mandangas! Que se ganen la confianza del cliente y se las entiendan con Hacienda, la misma que atosiga al pasajero. ¿Por qué tiene que haber solo un VTC por cada 30 taxis? ¿Por qué tengo que coger el primer taxi de la fila, si me gusta más el cuarto? ¿Quién decide que tenga que llamarles con antelación, quién vigilará desde dónde llamo? ¿Quizás el que me larga morrillazos de camino al aeropuerto porque he elegido otro vehículo? Repitan conmigo, por favor: servicio. Ser-vi-cio.

En la soberbia película ‘Collateral’ (Michael Mann, 2004) sucede la rareza de que Tom Cruise hace de malo. Encarna a un asesino profesional que toma un taxi nocturno y, en cada parada, se carga al menda de una lista negra. En lo que se percata del asunto, Max, el conductor, le va contando que lo del taxi es temporal -aunque lleva 10 años haciéndolo- y sueña con montar una empresa de limusinas. A ratos Max se emboba con la postal de una isla coralina (con su balandro) o un folleto de cochazos, y el avispado espectador nota que hay 2 niveles de servicio: la tartana de siempre, para la plebe neolítica, y el buga flamante, para el viajero siglo XXI, al que le gustan las ‘apps’ más que las tizas y viaja, si se tercia, hasta con desconocidos.

4 comentarios en “Siglas del siglo

  1. Entre cataclismos o sus amenazas, enfrentamientos por un quítame allá esas pajas y ultimátums a diestrro y siniestro, el ciudadano cargará sobre sus espaldas la historia cotidiana; si informado, abrumado y, si desinformado, incapaz de poner en orden la avalancha de contradicciones. Y dicen que dudar es signo de madurez, pero no poder salir jamás de una sola, es más bien losa que estímulo. Y espera y verás entrre Venezuela, las autonómicas, el Preocès y los presupuestos… Mear y no echar gota será poco.

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  2. En los imperios más longevos (el austro-húngaro, un suponer) la inmensa mayoría de los súbditos nunca salió de su covacha ni, por supuesto, vio físicamente al emperador. La inmensa mayoría no sabía leer y las palmaba -de hambre, de infecciones o de puro desmoronamiento- con apenas 30 otoños. Todo transcurría lento o, si me apuras, ni siquiera transcurría, pues la eternidad es lo que tiene, que no transcurre.

    Curiosamente, el europeo hodierno, mucho más instruido, más informado, más decisivo en muchos ámbitos de su vida, más sano y más longevo que el mismísimo Fraga… más de todo, digo, se deja arrastrar a fanatismos idiotas, a modas absurdas y a sandeces con derecho a cocina, entre ellas la de acudir al psico-mito-logo para no ‘sufrir’ y alcanzar la ‘felicidad’.

    Uno cree, sin dárselas de antropólogo por la Sorbona, que el humano es un cebollo con 3 capas. La de los apetitos, más íntima, donde no hay gran diversidad. Otra más visible, pero privada: la de los intereses, donde el dinero ha adquirido estatus de ídolo. Y la última -pública-, con los derechos y las obligaciones.

    Pues bien, los intereses no tienen nada de malo, excepto que el otro tiene los suyos. Reconocer esa alteridad es el signo más evidente de que se ha alcanzado la edad adulta. ¿Contra quién protestan los taxistas? ¿Contra sus exclientes, los que ya no les prefieren, o contra sus potenciales clientes, aterrorizándoles para los restos? Defendieron sus intereses con todas las pólizas -incluso con las ‘matildes’ de Telefónica- y ahora otros defienden sus intereses (otros) en un mundo donde el niño de 10 años tiene móvil y lo usa que te cagas.

    Lo cual que lo del taxi se va a morir de inanición, apenas Maduro se caiga de maduro o un psicópata excarcelado por buenismo reanude su carrera malista.

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  3. Me gusta el estilo de este comentario de López-Vega, aunque tenga apellidos de converso: el primer fragmento recuerda al alucinado personaje del ‘Misterio de la cripta embrujada’, de Eduardo Mendoza, que hacía exclamar a Cholferno, un analista argentino: ‘País de miércoles, que hasta los locos son fasciístas’. Lo del miércoles no era por la merdre, sino que sería por las reuniones en casa de don Segismundo (Freud), en la que alguna vez estuvo presente de cuerpo don Ramón Sarró, que dejó a medias un análisis didáctico con Helen Deutsch, probablemente se fue porque Helen quiso que se fuera.
    De Eduardo Mendoza, genio de la literatura de género único, pude leer en el metro madirleño otro fragmento aún más psicodisléptico, en que el personaje se compra unos churros y acaba comiéndose el papel que los envuelve.
    Sólo he topado con otro texto más ‘stoned’: ‘Las islas transparentes’, de Jimmy Jiménez Arnau, que si no se está muy pasado de unas cuantas cosas, es que ni se capta.
    ‘Los paraísos artificiales’, de Charles Baudelaire, bien pudo haberlos firmado el profe López-Ibor, que destiló un texto de Freud sobre correlatos de la ansiedad, de 1895, hasta dar lugar a la ‘Timopatía ansiosa’, en inglés DSM IV: ‘Panic attacks’, son una descripción fría, cartesiana, notarial, neurológica.

    Ya que J M López Vega está afincado en Santander, aprovecho, como podía hacerlo ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, para preguntar qué pasa con el libro ‘El buque fantasma’, de Andrés Trapiello, un relato costumbrista de las peripecias de los comunistas de tiempos del general ísimo, que en la portada presenta al Lenin sacando la lengua como las vacas y como A Einstein, hebreos todos.

    La cosa es que el tal ‘buque fantasma’ no es el que lleva a mal traer al ‘holandés errante’, sino un émulo del ‘Washington’, y ‘Les deux associés’, que en tiempos jacobinos albergaron a curas refractarios al juramento de ‘La constitution civile du clergé’. es que está prohibido jurar (Mt 5, 33-37), ni prometer, a ver si sabes dónde estarás mañana, chalao, que además de pretender cortar la dependencia de la iglesia del borbonesado, un imperativo categórico ese guillotinamiento, reorganizaba las circunscripciones eclesiásticas, más bien ‘para dejar su sello’; a veces, ciertas instituciones, sus miembros, actúan como el ‘Dictiostelium discoideum’, como les petits bonhommes, que pululan libres por el medio, y ante la señal de la ‘acrasina’, se unen, y dan lugar a una especie de esporangio que mantiene la semilla del cardumen aun en condiciones adversas.
    Pero las ‘clases’ sólo existieron en Roma, ya ha llovido, y el tinglado revolusionario era para vengar la ejecución del hermano de Vlad Lenin, y hacer cometer una irregularidad al trabajador, agredir para robar, cuando la propiedad privada se exige en AT y NT, y así, al pecar,que pierda las potestades que el estado de gracia conlleva, es una labor canina, de ‘chucho del hortelano’, que ni come ni deja comer.

    Es simpática la cita del docto López Vega de que no se dedicó a la ingeniería, y acabó como especialista en oncología médica; recuerda a don Antonio Gala, que cuando llevaba sacado algún ejercicio de la oposición de abogado del estado, se dió cuenta de que ‘si dios no lo remediaba, iba a ser abogado del estado’, no siguió, pero no recuerdo si fue antes o después de su periodo de cartujo.
    ‘Char uno, char dos, char trés’, que dijo don Casto Sendra, Cassen, pionero en decir en el cine a un amigote: ‘¿Nos vamos de liguen?’, que evidencia que aquel palabro procedía del alemán ‘liegen’= ‘yacer’, más bien para aquello, y que se pronuncia igual.

    Llamo a este ilustre y amable profesional ‘docto’, porque ‘doctor’ equivale a ‘director’, que en alemán se dice ‘führer’, lo usaban antes de 1933, lo usan hoy en la empresa, un conductor de autobús es ‘fahrer’, en Canarias y América ‘guagüer@’, pero uno de tren es ‘führer’, que significa ‘timonel’, se lo llamaron a Mao, Caco Senante se lo cantaba a Rafa Alberti, y que no puede ser, porque ‘Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán al hoyo’, o, y ahí quería yo llegar, Mateo 23, 8-13: ‘A nadie llaméis ‘padre’ en este mundo, ni dejéis que os lo llamen, porque tenéis un solo Padre que está en los cielos, y todos vosotros sois hermanos. A nadie llaméis director, a nadie llaméis consejero, a nadie llaméis jefe, a nadie llameis doctor, a nadie llaméis maestro, ni dejéis que os lo llamen, porque tenéis un sólo director, que es Cristo’.
    ¿Esto es o no es un ‘discurso coherente’, que dijo Jacques Lacan que evidencia psicosis, conflicto con la realidad’? Gabo García Márquz estuvo más duro, en un sarao en Santiago (de Compostela, qué se pensaba usté), convocados por Manuel Fraga Hiribarnea, Gabo le dijo a José Saramago: ‘Vosotros los estalinistas no creéis en la realidad’
    Hace poco he concluido un texto de ‘terror gótico’: unas conferencias sobre ‘Principios del leninismo’ dictadas por Pepín Stalin en la universidad de Sverdlov, que bien pudo ser ‘Dyatlov’, donde una variante de Ogro, o Yeti, o Bigfoot, o Migú, atacó a un grupo de excursionistas. ¡Tierra y libertad!, que sale Icíar Bollaín

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    • Me ciño al párrafo donde ‘doctor’ sustituye al pretérito ‘führer’, lo que tiene su gracia, porque de Medicina todo Cristo opina, incluso para cuestionar las vacunas a raíz de un artículo en ‘Lancet’, nada menos. Les va parecido a los docentes, que se están diluyendo en eso que llaman ‘comunidad educativa’, un aquelarre de indoctos que se sobrepone sobrenaturalmente al que debería llevar la batuta.

      Y es que todo deviene efímero, circunstancial, evanescente. Todo está en manos del diletante, porque en realidad ya no gustan -ni se aceptan- los valores sólidos. Bien, pero ¿es necesariamente malo? Quizá no. La naturaleza arenosa de las opiniones las hace así, arenosas. Aguardemos a la próxima moda, que acaso sea menos idiota. No defendamos nada, limitémonos a (sobre)vivir, el tiempo que nos sea dado y propicio.

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