Ñoñitis

Domingo, 14 de julio de 2019

En ‘La soledad del corredor de fondo’, a un pibe interno en un reformatorio, con buenas condiciones atléticas, lo instan a entrenarse por los bosques cercanos. Trota/corre el muchacho pensando en sus cosas, muy distintas a las del alcaide, mientras mastica cortezas de árbol, ‘quizá con querochas’, dice el autor, y en su día leí que la querocha es la puesta de huevos de la abeja reina.

Pues bien, en lo que siego 15 carros de tierra, bajo un calor infrahumano, voy rumiando el IRPF, con Ñoñosquerochas y alguna vaina de la cosecha periodística. Por ejemplo, que alguna desorganización ecologista deplora la suelta en altamar de una cría de delfín varada en la playa. A su juicio -es un decir-, soltarla sin más la sentencia a muerte y lo prudente hubiera sido amamantarla en un centro DENA (delfines no acompañados), es de suponer que invirtiendo mi IRPF en cursos formativos para el noble arte de la lactancia delfinera. (De implantar al animal sendas prótesis de rodilla, para que ponga en marcha un negocio de horticultura, no han dicho nada; parecen notar que fuera del agua respira con dificultad.)

Apenas dos periódicos después, leo que una brigada de bomberos se las ve morenas para sacar a una novilla de una hoya. Acaban liberándola tras varias horas de esfuerzo, con enorme orgullo profesional, pero dos bomberos tienen que ir a Urgencias por lesiones de diversa consideración, dada la proclividad de las novillas a largar patadas, estas sí, de considerable impacto. Vaticino que algún bombero estará un tiempo de baja, de modo que por ‘salvar’ a una novilla, bien pudiera suceder que otro bípedo en apuros no reciba suficiente asistencia. Compréndalo, buen hombre, ¡cómo se le ocurre meterse en problemas precisamente en la Semana Lilaflor de la Novilla Desamparada!

Noñitis. Una inflamación aguda de los sesos que te vuelve cursi, en primera instancia, e idiota del todo, si no llega el suero a tiempo.

Ha emergido una tribu urbana de intenciones poco claras. Si hace unos años adquirió siniestra fama la ‘mara’ centroamericana, ahora andamos a vueltas con la ‘MENA’. Es un acrónimo temblequeante que significa ‘menores no acompañados’, lo que más en corto diríamos extranjeros huérfanos. Ya tiene sus perendengues cómo han llegado aquí, cuando nuestros bachilleres no saben ni lo que quieren hacer en octubre, pero lo gordo es que los tenemos aquí haciendo el nini, saliendo en grupo a tirar piedras o a desarrollar actividades menos confesables. Opina el ñoño -y en esto no cede un milímetro- que son diablillos traviesos, nada que el sector público no pueda encauzar con tanta delicadeza como anchísimas tragaderas.

Por donde vivo hay que segar y atropar, amasar hormigón para pequeñas obras, acaldar piedras en los muros, desbrozar cunetas, recoger botellas tiradas por turistas y peregrinos sedientos, destruir nidos de avispas asiáticas, podar y aun talar árboles malajes, recebar praderías, acarrear escombro y enseres viejos al punto limpio… ¡Lástima de horarios no coincidentes! Cuando apechugo con esas tareas, da igual la hora, nunca acierta a pasar por allí ningún grupito de menas; me zampo la labor con querochas mientras los menas vegetan en su amoroso corrillo de educadores y oenegés. Que no hagan nada, los pobres, no vaya a ser que les salga una ampolla en el meñique y nos regañe un noño de Unicef.

Achicharrado, detengo la segadora y me viene a la mente la próxima campaña de ‘balconing’, una planta invasora cuyo fruto es el imbécil blando. El menda se hace pulpa contra el borde la piscina, aunque estaba persuadido de que la ginebra lo inmunizaba frente al leñazo, y enseguida sale un tertuliano ñoño responsabilizando a la sociedad -o sea, a mí-, como si no fuera bastante con haber dado pupitre y manutención al tontaina despanzurrado. Y retornará la incesante matraca: más gasto en educación, más maestros, más carteles informativos, más vigilancia, más subvenciones, más policías, más botellón, más turismo lechuguino. Más menas.

La bahía lame la arena de La Magdalena y habría que reponerla todos los años, como un castigo prometeico, para que los turistas tuesten las lorzas a su entera comodidad, pues es sabido que no hay más playas en Cantabria. La Universidad concluye que la mejor solución es preservar la arena de las dentelladas del oleaje con diques de piedra (la misma Universidad que, según la prensa, es líder mundial en ingeniería hidráulica), pero a los ñoños les encocora ver diques en el agua. Ven boyas, ven muelles y puertos deportivos, ven astilleros, ven puntales y pantalanes, ven dragas, ven rompeolas, ven la isla de Alcatraz, ven puentes colgantes, ven oleoductos, pero nada más los ven en otras bahías. En la ‘suya’ solo hay lugar para agua ionizada con yodo ñoño.

Claro que, ¿hasta dónde podemos exigirle al vulgo que no diga chorradas, viendo quién aferra el timón? Los regidores de Suances mandan reconstruir un lavadero, por cosa de patrimonio cultural, aunque un tal Henry Sidgier patentó la lavadora de tambor giratorio ¡en 1782! Recién se configura el nuevo gobierno cántabro -también es un decir- y resulta que Universidades va con Deporte, y Educación, con Turismo. Está todo dicho: marchando otra de querochas.

24 comentarios en “Ñoñitis

    • Mira que me gustaría no ver tanta sensiblería alrededor, pero es una corriente infinita. Ayer mismo, me decía un prójimo que a su madre deben implantarle una prótesis; y que por culpa de la lista de espera en la pública, recurren a la medicina privada, por 14.000 euros. El prójimo me repitió la cifra no menos de 4 veces, pero ni una sola vez mencionó los síntomas de su madre, y todo lo lloriqueaba apoyado sobre su nuevo coche: un todoterreno enormemente primoroso y primorosamente enorme cuyo precio -le pregunté por curiosidad- ha sido de 78.000 euros. Pasapalabra.

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      • Hombre, pero no vaya Ud. a comparar a una madre, quizá algo gruñona y exigente de rectos comportamientos familiares, sociales………., e incluso también un tanto «inquisidora» en la vigilancia y seguimiento de la dedicación que sus hijos aplican a los estudios y tareas derivadas. No vaya a comparar, repito, con los derechos de una vaca o un delfín, indefensas criaturitas del «arquitecto universal». No hay color, amigo Doctor.

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      • Sin menospreciar que un «buga» de cierto nivel, es más adecuado para llevar a la madre confortablemente a las consultas médicas, y no digamos al quirófano. Oiga, como de la noche al día.

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      • Ya me gustaría saber cuánto del buga lo ha pagado la madre, esa a la que ahora tantísimo cuesta dar soluciones quirúrgicas cuando se hace menester. Como fuere, en este caso no hablamos de un menor no acompañado, sino de un mayor acompañado a regañadientes. No es que sea un animal muy admirable, pero forma parte de la fauna autóctona. Los mena son harina de otro costal: vienen de no se sabe dónde ni exactamente para qué, lo que no deja de ser una amenaza para el equilibrio ecológico.

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      • Contaba la mujer de un traumatólogo de la CPH, que en los tiempos en que funcionaba la sanidad universal y gratuita al estilo inglés para todo quisque que estuviese en este lugar antes llamado España, que le había llegado un sudamericano, que en menos de un mes de su llegada obtuvo consulta, llevando en mano el presupuesto de su lugar de procedencia para una prótesis de cadera, que superaba con creces el coste del viaje y la estancia de toda la familia acá. El trauma le devolvió a su casa, pero se plantea si sea una postura moralmente válida, o tan siquiera legal, porque las dádivas no deben hacer ‘acepción de personas’, como dicen que hacía el cirujano que da nombre al hospital clínico de Zaragoza, ‘Lozano Blesa’, que cuando operaba a un terrateniente ‘le sacaba, todo, todo, todo’.
        Lo mismo que dijo uno sobre la guagua con el anuncio: ‘Probablemente dios no existe, relájate y disfruta’: ‘Hay que ver las excusas que necesita buscarse la gente para fornicar’, el abuso de posición dominante no debe tener otra cara que el ‘porque me gusta y porque me divierte’, montar racionalizaciones es neurótico, necio, paranoide, porque además, nunca engaña, se soporta por razones de fuerza mayor, como se acatan las sentencias de los tribunales, muchas anti-jurídicas.
        ¡Qué país, qué paisaje, qué paisanaje! que dijo Miquelarena, uno de los autores del ‘Cara al Sol’

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      • Cuando EUROPA estableció sus sistemas de cobertura sanitaria (las empresas aflojan, los trabajadores cotizan, los impuestos aprietan), no lo hizo por ‘generosidad universal’, sino para la satisfacción recíproca de los PAGANOS, cuando fuera menester. Luego se introdujo un concepto ‘humanitario’ de lo ‘universal’, pero sin resolver la cuestión elemental de que todo tiene un precio. El precio que los ‘hipersolidarios’ quieren cargarnos a todos los demás, pero que ellos, de su propio bolsillo, raramente afrontan.

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  1. Anatema, Doctor. ¡¡¡Ha asesinado Ud. nada menos que a todo un enjambre de inocentes Avispas Asiáticas!!!. Pobres animalitos, dignos de protección por esas MENAS a que tan despectivamente alude, y que con toda lógica y seguridad estaban en un pacífico recorrido turístico por esta inigualable Cantabria Infinita de cuyas proezas y belleza les llegaron noticias hasta sus lejanas tierras de origen. Parece que Ud. siega, repara muros de cierre, cuida frutales, ¡¡¡ASESINA AVISPAS ASIÁTICAS!!!. Por esta vez y si no hay reincidencia, lo dejaremos en un generoso olvido. Pero esperamos que no tenga Ud. la tentación de persistir en su furia ANTI-ANIMALISTA, aniquilando pulgones, topos, ratas, cucarachas, «culiebras»,…o cualquier otro inocente animal que merodee por su «prao», frutales o casa. Y si a Ud., sus hijos, familiares o amigos, se les aposentan en sus cuerpos colonias de piojos, liendres, pulgas, garrapatas, y demás animales de «acompañamiento corporal», sería de desear que no incurriera en nefandos crímenes de exterminio cual Hitler redivivo, merecedoras de un nuevo Núremberg. Todos los animales tienen sus derechos y merecen respeto y atención de las MENAS. En vez del exterminio, ofrézcales Ud acogida, en régimen de libertad y no en frías jaulas, en alguno de esos «praos» que dice segar o en locales perfectamente climatizados. Si tal hiciere, se hará merecedor de la MEDALLA .PRO DERECHOS DE LOS ANIMALES, con Diploma acreditativo expedido y firmado por la Organización Universal de los Defensores de los Derechos de los Animales. Porque no me cabe duda alguna que ellos defienden a TODOS los animales SIN INTOLERABLES DISCRIMINACIONES XENÓFOBAS por razones de NATURALEZA, CLASE, TAMAÑO, RAZA O COLOR .

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    • La vespa velutina -ay del que sea alérgico, porque con su tamaño no te inyecta una gota de veneno, sino un buen zurito- me hizo un nido secundario en el alero hace unos 2 años. Increíblemente, este año lo rehizo EXACTAMENTE en el mismo punto milimétrico. Lo curioso es que lo alimentaba otro nido secundario, mucho más grande, que estaba bien escondido en otro lugar del tejado, a escasos 3 metros del nido visible. Lo cual que las hijas de puta enseñaban la patita tímidamente, pero se guardaban la sorpresa mayor, supongo que con el plan estratégico de adueñarse de la Tierra y someternos a un régimen de esclavitud. Por si acaso, han sido convenientemente aniquiladas… por ahora. No dudo que reintentarán colgarse de mi balcón como golondrinos siniestros.

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      • La picadura del tábano, a la que soy propenso y reactivo, dio lugar a una curiosa anécdota en domingo de paella. Consistió en la desaparición de mi oreja derecha, que pasó de tener la forma de concha habitual, con su concavidad elíptica, a la de exuberante patata, reventona de color y dolor. La cosa era tan graciosa -para los demás comensales-, que no se tomó documento gráfico, aunque por otra parte dudo que hubiese cabido la ex-oreja en una foto panorámica convencional. La cosa duró aproximadamente 5 horas y aún conservo los lazos familiares, porque las risotadas domingueras unen mucho a las personas de buen natural. Y ahora, cuando me pican los tábanos mientras voy segando, procuro no molestarles mientras que alancean en busca de mi preciada sangre, pues sé que lo hacen por mi bien.

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  2. Podría evitarlo pero, o bien no me apetece o directamente no soy capaz: con el término «ñoñitis» me llega a la mente la palabra «utopía». De hecho durante todo el texto pensaba en situaciones idílicas, idiotílicas, que nos ‘venden’ a diario. Todo cabe, todo es posible. Eres un ogro si ¿desvelas, reconoces?, que toleras hasta cierto punto. Que la gente dice tolerar (pero si no opinas lo mismo que yo ‘san seacabó’), querer acoger (pero que lo hagan otros), ser animalista (pero de los más cuquis, o de los que esté de moda defender), ser vegetariano (que mola mil y es sanísimo), ser feminista (si hay gente alrededor que lo vea; en la vida privada ya es otra cuestión), ser…, de todo porque todo se puede y se debe y además tienes derecho a todo excepto a no aceptarlo.

    Una vez de ‘castigo’ (más bien de regalo) me mandaron hacer una redacción algo currada sobre libertad y responsabilidad (en un lío me había metido). Pues bien, afirmo que nos venden libertad (que sea verdadera libertad ya es otro tema). De la responsabilidad, ligada irremediablemente a la otra, no se habla demasiado; a mi parecer se esconde en la sociedad como tu nido de velutina como cabrona. Pero algún día sale a la luz y te jode vivo.

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    • Hayek, cuyos avatares vitales le hacían escribir sabiendo de lo que hablaba, insistió en esa doble faz de la libertad y la responsabilidad. Ahora bien, digo yo que la responsabilidad se encarna y concreta en el beneplácito o en el reproche social. Si lo que dices/haces es discordante, o absurdo, o dañino, es lógico que la sociedad te lo recrimine y aun castigue. Por el contrario, merecería parabienes aquel pensamiento/conducta que resulte beneficioso, estimulante y engrandecedor.
      Ser libre es exponerse a lo uno o a lo otro. Ser responsable es asumir el precio de la libertad, que no tiene por qué ser barata.
      ¿Qué sucede hoy, con ‘redes sociales’ erigidas sobre la idea insensata de que todas las opiniones son igualmente legítimas y valiosas y dignas de respeto? Pues que en el fondo nadie es responsable, porque la censura o el premio son del todo arbitrarios, y de rebote nadie es libre, precisamente porque está sometido a una jauría informe.
      Luego hay otro asunto: el de la inteligencia. ¿La posee todo el mundo por igual? Niet. Basta leer 5 exabruptos y 1 comentario en esas ‘redes’ para constatar que hay un batallón de imbéciles. Idiotas morales, ignorantes de base, cenutrios de nivel monster, irresponsables 2.0, etc, constituidos en ejército invencible. Una diputada cuestiona que el Apolo XI no llegó a la Luna ‘porque no se volvió nunca’. Pero resulta que se volvió 4 veces, y la pobre no indagó sobre ello porque tenía que cobrar su sueldo de diputada.

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  3. Aunque sea el tema menor en el conjunto del escrito, deseo incidir en el quizá por hartazgo de próximos, reiterativos y fatigosos pronunciamientos. No cuestionaré a NADIE la LIBERTAD de ser DEFENSOR de los DERECHOS de los ANIMALES. Que ignoro a través de que discurso mental, estos adalides se han dado en denominar ANIMALISTAS. Lo que si me parece licito es demandar a los así AUTOCALIFICADOS, para ser consecuentes con sus proclamas, es que si consideran una OBLIGACIÓN para la humanidad la defensa de los DERECHOS de los ANIMALES, estos lo sean para TODOS LOS ANIMALES (incluido el HUMANO), que en el mundo existan. En caso contrario, si es aceptable la discriminación, ¿Quien se atribuye la autoridad para determinar los que son dignos de respeto y titulares de derechos y los que NO?. En los demás temas abordados en el escrito de referencia, CHAPEAU, Doctor.

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    • El Derecho es una muy sofisticada evolución del lenguaje y la racionalidad, a tal punto que cabría sostener la ‘exageración’ de que el ser humano ya no es Homo sapiens, sino Homo iuris: un primate social, amparado por derechos.
      Pertenecemos, así, a una especie capaz de sortear al medio natural: podemos bucear, creamos artefactos voladores, sabemos hacer caminos y puentes, generamos nuestro propio alimento. Una especie que entiende los ciclos lunares, que gobierna a voluntad el día y la noche, y que aspira a más, siempre a más. Vivir más tiempo, vivir con más confort, vivir con más dignidad… y ahí vienen los derechos, entre ellos la cacareada Declaración Universal de los Derechos Humanos.
      Nuestra especie ha llegado a domesticar animales, que están tan contentos entre nosotros (o eso suponemos). Nada impide tratar a esas especies domésticas con profundo respeto, que en el fondo no es sino la aceptación de un obvio quid pro quo. Respeto, cariño, incluso amor, hasta incluso podríamos acuñar el ‘derecho’ de un animal doméstico a no ser encerrado, torturado, amputado, masacrado…, no tanto como un ‘derecho’ de él -ningún código podría escribir tal sandez-, sino como una obligación NUESTRA.
      ¿Y los que no son domésticos? Pues hay de todo. Está el delfín, tan ‘simpático’ cuando cautivo en un acuario, y tan agresivo cuando le corresponde. Está el mosquito tigre, con sus virus a cuestas, entre el ellos el dengue que te deja derrengado. Está el toro de lidia, que simplemente se extinguiría si no hubiese lidia. Está la mamba negra, que momifica a miles de personas todos los años, incluso el hipopótamo, que también mata lo suyo… ¿Derechos? De ninguna manera: lo que les toque y cuando convenga, con la limitación estricta de joder el equilibrio natural lo menos POSIBLE, pues a fin de cuentas no sabemos cuánto depende de él nuestra supervivencia.
      Lo cual que seamos ‘empáticos’ con los animales, pero no cursis, por favor, no cursis.

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  4. Por tanto, NO DERECHOS. En todo caso, ACEPTACIÓN o RECHAZO, según percepciones, siempre subjetivas, pero INDIVIDUALES. Sin que nadie se arrogue la facultad (por no decir derecho), de a cuales animales se les debe «querer» o no. Incluso a cuales se les puede o no JAMAR. Aliñados, cocinados, o crudos. Con acompañamiento de vino, cerveza o agua, según preferencias.

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    • Conviene aceptar, en aras de ver la realidad, no hacer lo que subrayaba Gabo a Saramago: ‘Vosotros los estalinistas no creéis en la realidad’, que se puede decir que se tienen intereses, deseos, pero ‘derechos’ es tontería, ahí está el cambio, sutil pero terrorífico, en la definición del derecho, que para Aristóteles, ‘el de la buena vista’, como Malakías era ‘el que ve a lo lejos’: ‘Derecho es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo’, mientras hoy, en una línea clásica, no de Beatles sino de Rollings: ‘You won’t get what you want, but you’ll get what you need’, derecho ha pasado a ser: ‘La constante voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde’, que implica un elemento indiscutible, invisible e inidentificable, salvo en cuanto algunos dicen hablar en exclusiva en nombre de ciertos entes intangibles e inexistentes, como la ‘sociedad’, sí que existe la ‘comunidad’, ente incordial, que decide, e impone qué cosa le toque a cada cual.
      ‘Tocar las plots’, 10 €, iba en una factura de un bar, basko, por supuesto.
      Se decía que había ‘iusnaturalismo’ que existen derechos que tienen todos por haber nacido, que decían promover Franco y Hitler, y ‘iuspositivismo’ solo se protege lo que el estado dice, y como el estado lo quiera hacer, praxis marxiana, que en la práctica son lo mismo, solo se cuida lo que a los tribunales y policías les da la gana de proteger, como aquí, digan lo que digan los empleados de la administración de justicia, que es ‘ius dicere’, poner término medio en una disputa, ‘justicia’ propiamente es: ‘santidad’, ‘bondad’, y solo YahWeh es bueno, que el aparato de juzgados y las numerosísimos y cogoteros cuerpos de policía solo defienden el cobrar de los impuestos sin hacer otra cosa que proteger su hegemonía, su despotismo analfabeto.

      El caso de los juzgados de ‘violencia doméstica’ es paradigmático, los ‘Children of Sanchéz’ enviaron a Ceuta y Melilla una cantidad ‘para las víctimas de abusos sexuales’, que son unos 550 € por habitante de las plazas de soberanía; pese al ingente presupuesto, y al aparato de empleados públicos supuestamente dedicados a su supresión, el número anual de víctimas de violencia doméstica, ‘intimate partner violence’, aquí muchas veces vinculados a alcohol y drogas, no ha disminuido en nada, sería mejor para las víctimas indemnizarlas por no haber establecido el estado una prevención eficaz, como sí se dice indemnizar en el caso de la Talidomida, y ni se mueve un dedo con los envenenamientos por aceite de colza, canola, rapeseed, en que ni el consejo de ministros, que autorizó la importación de un aceite coloreado con anilina para uso exclusivo industrial a un grupo de negociantes del aceite de alimentación, ni las autoridades municipales, que miraron a otra parte ante la venta ambulante sin garantías, han asumido responsabilidades.
      ‘Never mind my bollocks, or I’ll send you the sex pistols’
      ¡Pa fuera, pa la calle!

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      • Yo no veo en la naturaleza NADA que se parezca remotamente a un ‘derecho’. Las avispas asiáticas decapitan a las abejas autóctonas, los zorros se comen a los corderos enfermos, los perros hambrientos atacan en manada, como lo hacen los lobos, las orcas devoran delfines como si fuesen calamares, etc. Observo que plantas y animales -nosotros también, claroe- son fuertemente territoriales y se dedican con fruición a la transmisión de sus genes. En realidad, se diría que todo es un envoltorio más o menos vistoso para que el ADN, esa molécula increíblemente persistente, se perpetúe sobre la faz de la Tierra. Un ácido, un simple ácido, que ni siquiera se sabe de dónde vino, lo ha puesto todo a su servicio. Nos gusta creer que lo gobernamos nosotros, pero sólo sabemos leerlo malamente y copiarlo más malamente aún. Pero él resiste, incluso millones de años, y en ese período se olvidan nuestros idiomas y se agotan los sistemas jurídicos y nacen y mueren civilizaciones enteras, y la única verdad es que no hay imperios más duraderos que el ADN.

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    • Cuando lees a los clásicos (Tucídides y gente así), notas que llevamos discutiendo los mismos asuntos una porrada de años. Desde ese punto de vista, el progreso tiene mucho más de material que de moral. Vivimos más y seguramente mejor, hay quizá más personas con una pátina cultural medianamente somera, pero somos incapaces de acabar con las lacras de siempre: la codicia, la corrupción, la torpe ignorancia, el fanatismo…
      Ahora bien, en años recientes se está produciendo un fenómeno inexplicable: la aceptación universal de que ser tonto y zángano es un privilegio. Una facultad tan virtuosa que todos tenemos que ponemos al servicio del tonto y del zángano, no vaya a ser que. A ver si el sarampión cesa.

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      • Repetimos los errores continuamente y al final es todo una rueda sin principio y sin final… Los valores y la educación son muy necesarios en una sociedad que tiende a carecer de ambos, y qué me dices del amor??… nadie ama de verdad, sin condición, siempre hay un por qué y un para qué… es un querer disfrazado de amor… Sin amor qué nos queda para continuar creciendo como seres humanos?.. No sé, a veces pienso que todo es una gran utopía donde estamos inmersos, sin saber dónde está el lugar exacto para cargarnos de oxígeno y vivir de verdad… 🙂

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      • Repetimos, nos queda, estamos, cargarnos… Constantemente escribes en 1ª persona del plural, pero a mi juicio ese ‘nosotros’ no existe. Es una entelequia, una abstracción bienintencionada que se agota en los derechos jurídicos. Más allá, cada uno es hijo de lo que lee, de lo que aprende, de lo que sueña. Los demás, en fin, pensarán sus cosas… si es que las piensan.

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      • Familia, tribu, pueblo, sociedad, nación, Europa… Capas de cebolla más y más lejanas. Soy de Dostoyevski, de Marai, de Grass, de Umbral; soy de Haydn, de Liszt, de Rachmaninov; soy de Goya, de Dalí, de Anish Kapoor… Si a todos los podemos agrupar bajo el lema ‘Humanidad’, de la Humanidad me digo. Si para ser ‘social’ (o sociable) tengo que tragar con la mayoría chusmática, lo siento, no me siento conmovido. Las redes sociales están poniendo de manifiesto una realidad aterradora: no faltan verdaderos idiotas.

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